que pasa a través no solo los sufrimientos físicos sino también en el mundo infernal de la dependencia a las drogas. La experiencia de Michelle, en su camino por la comunidad, es la respuesta más sincera y verdadera a lo que viene propuesto utilizando la metodología de la “reducción del daño”. Como dirá Michelle la respuesta a su problema de adicción no fue remplazar una sustancia ilegal con una legalmente sumistrada por entes específicos, sino más bien aceptar de detenerse, de hacerse acoger y de empezar un camino donde el trabajo sobre uno mismo es la única “terapia “capaz de romper un juego.
Contar mi vida en pocas líneas? Podría intentar en la forma más simple posible si puede servir a trasmitir mi experiencia. Nací en EEUU, donde mi padre migro por trabajo. Mi infancia fue más o menos fácil; hija única de dos padres que me amaban. En casa no había un clima sereno porque mis padres discutían mucho y yo asustada presenciaba impotente sus discusiones. Trascurría mucho tiempo con mis abuelos, me gustaba estudiar y danzar: el tip-tap era mi especialidad. Baile por 8 años y gane diferentes concursos de talentos. Pretendía de mi la perfección y demostrar que era la mejor. Tenía 12 años cuando de repente mi padre me comunico que regresaríamos a Italia y en ese momento no imagine cuan difícil habría sido dejar mi familia y amistades. Llegando a Italia con mis padres se avocaron a trabajar, mientras yo intentaba insertarme en el colegio con muchas dificultades con el idioma. Puede ser que mis padres no se dieran cuenta de mis dificultades; en casa no se hablaba mucho. Luego conocí un grupo de jóvenes a uno en particular, que había mostrado interés hacia mí.
Eran diferentes de los demás jóvenes que había conocido hasta ahora y trasgredíamos las reglas. Si bien aún no me drogaba, me sentía un poco como ellos, pero nunca pensé de encontrarme con sus mismos problemas. Tenía miedo en usar drogas, pero la curiosidad me llevo poco a poco a encontrarme dentro del túnel. Cuando mis padres se dieron cuenta de la situación empezaron las discusiones también conmigo. No estaban preparados y trataron de ayudarme como podían. POR PRIMERA VEZ PARA SOLUCIONAR EL PROBLEMA ESTABAN TODOS UNIDOS; PERO YO ME ALEJABA DE ELLOS Y ME SENTIA SIEMPRE MAS SOLA.
Asi me obligaron a ir a mi primera entrevista con un psicoanalista. Sentada delante de el en una oficina deprimente del SAT, sin perder tiempo me pregunto, “QUIEN ERES”
Que me sucedió no sé, pero de mi boca no salía una palabra. El continuaba a repetirme la misma pregunta y yo no contestaba cerrándome siempre más. No recuerdo nada mas de esa interminable sesión,.......pero ese desconocido, que ya conocía mi nombre, me había hecho un buena pregunta. Quién era?
Naturalmente nunca regrese donde el, pero en compenso...me propusieron la terapia de metadona y desde ese momento para todos estaba en “tratamiento”.
La metadona remplaza legalmente la heroína, “sustituto” que me habría llevado a una dependencia, mejor a una doble dependencia, porque no había dejado de consumir heroína.
Así, diariamente, iba al SAT que era un punto de encuentro para drogadictos y después de haber puesto una firma temblorosa, tomaba mi dosis de metadona. Con el pasar del tiempo iban aumentando la dosis hasta llegar a la fase de mantenimiento.
Como adicta había hecho un salto de calidad. Fue un verdadero “mantenimiento” porque mantuve la dependencia a esa sustancia por años, hasta cuando entre en Comunidad.
En el SAT podías encontrarte por delante un equipo de médicos y enfermeras que ni te saludaban y menos pensar en un: Como estas?
Pero durante esos largos años, hubo también alguien que se detuvo a mirarme en los ojos y que me escuchaba. Uno de ellos fue un psicólogo que había captado mis fragilidades. Un día me llamo “la bailarina de tip-tap “y esto me hizo entender que podía abrirme siempre más y confiar en él. Hablaba de mi pasado, del presente y de mis sueños y cuando no lo lograba me dejaba descansar. Me daba cuenta que a veces se sorprendía de mi historia y aunque no lograba ayudarme, estaba siempre ahí.
Pocos han creído en mí y la situación se había vuelto “un caso imposible de resolver “y yo era considerada “irrecuperable”.
También fui apodada “la bailarina de los drogadictos”, pero...sabía que nadie hubiera apostado un centavo por mí. Reconozco haber sido “necia” porque a cada tentativo de salir del problema y de la adicción, se convertía en un fracaso. No fueron suficientes los muchos internamientos para desintoxicarme, los internamientos contra mi voluntad en los repartos de psiquiatría, donde era necesario amarrarme para detenerme. No sirvió encerrarme en casa, ser asistida las 24 horas por un operador que hacia servicio a domicilio, frecuentar centros de acogida diurnos y comunidades que se centraban sobre los valores de la persona. En algunas de ellas fui botada. Demasiado adicta para una comunidad de recuperación. Hice uso de otras sustancias para calmar la abstinencia y buscando siempre la heroína.
Esta historia duro por 20 años. Vanas promesas hechas a mí misma a mis familiares a pesar de la buena voluntad.
Un día conocí y me enamore de quien se volvería mi esposo. Después de un año estaba embarazada de mi hija y a pesar del seguimiento de mi embarazo, no sabía que estaba creciendo en mi un carcinoma. Durante el parto perdí la respiración, pero con oxígeno y un parto cesáreo los médicos salvaron mi vida y la de mi bebe. De nuestro amor nació una criatura única , extraordinaria, sorprendente, impredecible y maravillosa: un milagro!.
Puedes ser que no estaba preparada para ser madre, pero creí era lo que más deseaba.
Apenas lleve mi hija a casa, tuve una hemorragia pulmonar y así los médicos se dieron cuenta que tenía un tumor maligno de IV grado con metástasis en todo el cuerpo. Luego me interne en un hospital en Roma donde pasaba 15 días cada mes, para hacer la quimioterapia. En un primer momento pensé que era el precio a pagar por haber recibido el regalo de ser madre que si tenía que morir, moriría con dignidad.
El gran sufrimiento que sentía al pensar de tener que dejar mi hija me dio la fuerza de sanar.
Me dije: “Estar aquí por ella”.
Mi esposo me daba coraje y me visitaba todas las noches, hasta cuando murió en un accidente automovilístico...mientras venía a verme. Que dolor!
Pensé que había muerto sereno porque finalmente había empezado un verdadero camino y había encontrado la fuerza de trabajar sobre mi persona.
Que trabajo! Mirarme por dentro, poner orden, reencontrar la confianza y los valores perdidos, responsabilizarme, amarme. Esto, lo que tenía que hacer......y encontré el amor, la acogida, la paciencia y muchos amigos para poderlo hacer.
Ha sido un camino largo, tortuoso y angosto, el que me llevo a la vida! Gracias, Matteo!
Cuarenta y cuatro meses de comunidad y termine el programa, pero antes tuve que aceptar y superar los ataques de pánico que me venían sin una razón aparente. Mi futuro era incierto y decidí recomenzar a estudiar. En poco tiempo obtuve el título que me permitió de encontrar rápidamente trabajo en el ámbito social, donde me confronto cada día. Tuve la suerte de encontrar un jefe que me dio la posibilidad de demostrar mis capacidades y dar el amor que me fue dado.
Son más de quince años que estoy alejada de la dependencia y de la enfermedad; son más de quince años que vivo intensamente cada instante que la vida me ofrece. Tengo muchos intereses, viajo y siempre tengo algo que hacer; tengo siempre personas a mi alrededor con los que interactúo. Hoy puedo decir quien soy: no soy perfecta, pero soy un pedazo de humanidad, con errores, pero a la búsqueda de nuevos horizontes.
Tengo mucha gratitud por padre Matteo, por la operadora Mirella, por todos nosotros los de la comunidad en dialogo, por mis padres y por mi hija.
Ella me dio la posibilidad de llevarme con ella en ese futuro que no hubiera tenido, ella me dio la oportunidad de jugar en la arena de la playa....... Cuando pensaba que todo estaba acabado, entro en mi vida y el mejor momento estaba empezando justo en ese momento.
Recuerdo el letrero a la entrada del hospital: “TODO ES POSIBLE PARA QUIEN CREE”!